El ambiente familiar en el que nació Picasso favoreció su vocación, ya que su padre era profesor de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Málaga y conservador del Museo Municipal. En 1895 su familia se trasladó a Barcelona y él ingresó en la Llotja, donde estudió durante dos años; después se trasladó a Madrid, donde completó su formación en la Academia de San Fernando.
Unos cuantos años después volvió a Barcelona, pero durante unos meses vivió en Horta de Sant Joan para recuperarse de una enfermedad. Esta etapa fue muy importante para él, ya que, artísticamente, rompió con la vertiente más académica de su pintura para plasmar el ambiente rural en el que vivía en aquellos momentos. A su regreso a Barcelona, a principios de 1899, entró en contacto con el círculo de la taberna Els Quatre Gats (Montsió, 3 bis) y se relacionó con los intelectuales del Modernismo.
En 1900 realizó su primera exposición en Els Quatre Gats con dibujos al carbón de retratos de personajes relacionados con el mundo artístico de la ciudad (Retrat del Dr. Jacint Reventós [Retrato del Dr. Jacint Raventós], 1900; col. Jacint Reventós).
La influencia del Modernismo en estos primeros años es patente en su obra, y participó de forma activa en esta corriente, por un lado haciendo ilustraciones en las revistas de la época y, por el otro, elaborando carteles. Una de las obras más populares de este período es el Menú de Els Quatre Gats (1899-1900; Museo Picasso).
Ese mismo año, con motivo de la Exposición Universal, viajó con su amigo C. Casagemas a París, donde conoció a S. Junyent, y se instaló en el taller de Isidre Nonell. Aquella estancia le permitió entrar en contacto directo con las vanguardias artísticas.
A partir de 1901 y hasta 1904 fue alternando sus estancias entre Barcelona y París, y un año más tarde se instaló definitivamente en la capital francesa, aunque no dejó de visitar Barcelona. Su pintura fue evolucionando para acercarse a las nuevas tendencias y adquiriendo su propio estilo.