Miembro de una familia de industriales del chocolate, fue un hombre con una amplia cultura y con inquietudes intelectuales, aficionado a la pintura y al dibujo y a coleccionar vidrios antiguos y fotografías, aunque profesionalmente se dedicó a dirigir el negocio familiar.
Sus inquietudes lo llevaron a viajar por Andalucía, Tánger, Turquía y Egipto en los primeros años del siglo XX, viajes de los que se conserva un importante repertorio fotográfico. La fotografía fue una de las grandes aficiones de este promotor, afición que lo llevó incluso a participar en algunos eventos internacionales.
En 1898 encargó al arquitecto J. Puig i Cadafalch la reforma de un edificio construido en 1875 para convertirlo en su residencia, la conocida Casa Amatller (1898-1900; paseo de Gràcia, 41), en Barcelona.
En 1960 su hija creó el Instituto Amatller de Arte Hispánico para gestionar todo su fondo.