Santa Coloma de Cervelló fue un pequeño municipio rural cercano a Barcelona y dedicado a la agricultura. Su escaso perímetro territorial, su densidad de población y su solvencia económica fueron optimizados gracias a la fundación en su territorio de una colonia industrial, la más fastuosa y mejor conservada de Cataluña, declarada Bien de Interés Cultural. En 1890 Eusebi Güell i Bacigalupi trasladó la fábrica textil del Vapor Vell de Sants a la finca que su padre, Joan Güell i Ferrer, adquirió en Santa Coloma de Cervelló. Allí quiso proyectar una idea innovadora, inspirada por su contacto con Inglaterra: la ciudad jardín. Un lugar donde se unen vida y trabajo en condiciones altamente satisfactorias, tanto en lo que se refiere a la calidad de vida de los trabajadores como al rendimiento y la producción del trabajo. A cambio de una mayor implicación personal y laboral con el promotor, este les brinda la comodidad y el bienestar que no tuvieron en la capital. Con este fin casaron servicios con modernidad estética. La Colonia Güell se estructura según un eje en forma de L. En el trazado urbano ordenado y geométrico destacan los edificios a los que Eusebi Güell dotó de mayor relevancia: la iglesia y la escuela (los pilares de la población debían consistir en una moral cristiana y en la educación cívica e higiénica). Güell reunió una nómina exquisita de arquitectos barceloneses con los cuales ya había trabajado o tenía alguna relación, y construyeron los edificios más notables -tanto por sus dimensiones como por su calidad estética: Ca l'Espinal de J. Rubió i Bellver, la escuela y casa del maestro de F. Berenguer, y Ca l'Ordal, obra conjunta de ambos arquitectos. Estos edificios marcaron la pauta estilística del lugar, apostando por un sorprendente manejo del ladrillo y la piedra. Las casas tienden hacia juegos volumétricos, hacia la funcionalidad de sus elementos y hacia una estética híbrida, entre lo telúrico (piedras), el historicismo (neomedieval y neoárabe) y, lo más importante, la intención de crear, de inventar una nueva arquitectura nunca vista. El mismo espíritu, aunque más sobrio y depurado, es el que se observa en las casas para los obreros, donde intervinieron maestros de obras como Andreu Espinal y Agustí Arimany. La Colonia Güell fue un campo de experimentación libre, una apuesta ciega del promotor confiado en sus arquitectos, que llega a su culminación con la iglesia de la Colonia -popularmente conocida como "cripta" -, obra de Gaudí (fue la plataforma de ensayos para la Sagrada Familia), y donde se plasman las inquietudes por hacer una nueva arquitectura tanto en lo que ser refiere a la estructura, como a la experiencia espacial y a la aplicación de la artesanía. Una obra genial, avanzada, al margen de toda comparación estilística coetánea.
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