El Modernismo forma parte de la ciudad de Szeged desde finales del siglo XIX, cuando tuvo que reconstruirse prácticamente todo el centro urbano, que había sido devastado por una enrome riada en 1879. Además, el nuevo movimiento arquitectónico revolucionario llegó a Szeged en condiciones favorables, ya que las clases altas, acaudaladas e ilustradas, junto con el apetito inversor del capital bancario lo acogieron y lo patrocinaron. En la actualidad, son reliquias arquitectónicas que evocan una emoción intelectual, unos espacios que despiertan la admiración tanto de los habitantes locales como de los turistas, en una nueva era con sus fachadas renovadas.
La Nueva Sinagoga es sin duda una de estas reliquias. Quien haya tenido ocasión de admirar las formas espléndidas de su grandiosa cúpula, los adornos en forma de encajes que resplandecen bajo la luz dorada de la puesta del sol, y luego brillan relucientes, casi celestiales, por el efecto de las luces frías, azul verdosas, que se intensifican en el interior, jamás olvidará esta visión. La espléndida cúpula dual que domina el paisaje urbano marca una de las sinagogas más bellas de Europa. Por otro lado, el interior de la bóveda y los vitrales representan la variante más delicada de la mentalidad modernista. Sin la colaboración del científico y rabino jefe Immánuel Löw y del arquitecto Lipót Baumhorn, fundador de la escuela de construcción de sinagogas, esta obra majestuosa nunca habría sido creada.
Otro edificio notable es el Palacio Reök. Justamente considerado a la altura de los estándares europeos, ha tardado cien años en disfrutar de un entorno agradable, digno de su importancia. Actualmente, la plaza donde se ubica es un lugar de encuentro muy apreciado del centro urbano. Su fachada de formas peculiares representa la versión orgánica, excepcional, del Modernismo. A pesar de su juventud, Ede Magyar creó un edificio que se ha convertido en histórico, un recuerdo eterno de la obra maestra arquitectónica que puede surgir cuando el constructor, el ingeniero hidráulico Iván Reök (1855-1923), un cliente rico y culto, encuentra el talento arquitectónico preciso para la propuesta concreta.
En la esquina del bulevar Tisza Lajos, el Palacio Gróf es también fruto de la conjunción de unas circunstancias favorables, ya que se construyó en una parcela muy bien ubicada en el centro de la ciudad. Para su arquitecto, Ferenc Raichl J., supuso una gran oportunidad para recrear la disposición espacial y las soluciones ornamentales modernistas que ya había usado en su residencia de Subotica, incluyendo todos los detalles del edificio entero, ahora en las dimensiones de un edificio de viviendas señorial a la altura de las expectativas del lujo de la época.
En total, el predominio modernista en Szeged no llegó a una década, pero, sin embargo, se construyeron casi medio centenar de edificios: bloques de pisos, residencias, también esculturas, interiores, etc. Además, encontramos en la ciudad representaciones de las distintas ramas de este estilo, como la de Lechner basada en el arte popular, o las que ejemplifican el Modernismo de Viena y de Berlín, así como las que los constructores locales adaptaron a su gusto particular.