Situada en la llanura del oeste de Rumanía, la ciudad de Timisoara fue la capital de la región histórica llamada el Banat. Anexada en 1718 al Imperio austríaco, esta región pasó a ser un Kronland (región autónoma de la corona) que cultivaba el respeto por la autonomía territorial respecto a la nacional y un patriotismo local opuesto al centralismo de Viena. El acuerdo político alcanzado en 1867 entre Austria y Hungría y la creación de la monarquía bicéfala comportó un cambio importante en la historia del Banat: la región pasó de estar bajo la administración imperial austríaca a depender de la administración húngara. Convertida en metrópolis, Timisoara conservó, sin embargo, su estatuto de ciudad libre real, lo que le otorgaba una autonomía interna. A raíz de la demolición de la antigua ciudad fortificada a finales del siglo XIX, empezaron los estudios para llevar a cabo un proyecto de urbanismo que unificara todos los núcleos habitados de la ciudad. La concepción general de dicha planificación urbanística fue encargada al arquitecto de Budapest Lajos Ybl, que había estudiado arquitectura en Viena y en Stuttgart y conocía las soluciones urbanísticas de las grandes ciudades de la época. La situación particular de Timisoara, con importantes semejanzas con otras ciudades que habían mantenido sus murallas hasta un tiempo avanzado, hizo que el modelo planificado en Viena, con un bulevar circular que recorría el trazado de las antiguas murallas, pareciera el más adecuado. La cualidad principal de este plan era su claridad geométrica y funcional. Finalmente, el plan del arquitecto Ybl se simplificó en exceso y se adaptó de un modo pragmático al desarrollo urbanístico, en pleno despliegue justo después del derribo de las murallas y la parcelación de una cantidad considerable de superficies deshabitadas, situadas en la inmediata proximidad del núcleo antiguo.
En Timisoara se construyó siguiendo el estilo de moda en la época, el estilo 1900. La escuela secesionista del Banat recibió tanto la influencia austríaca, de factura vienesa que se explica por el gusto de la mayoría de los propietarios de origen alemán, especialmente en Timisoara, como también la influencia húngara, debida a la participación directa de algunos arquitectos de Budapest en algunas construcciones representativas. Este estilo recorrió dos etapas distintas: la primera, situada aproximadamente entre 1900 y 1908, era la más próxima al Art Nouveau, con decoraciones florales y curvilíneas, mientras que la segunda, entre 1909 y 1914, se caracterizó por una simplificación y geometrización de las formas, con volúmenes sólidos y una decoración reducida al máximo, que presentaba similitudes con la arquitectura vienesa de la época.
El conjunto arquitectónico más espectacular de Timisoara se construyó entre 1910 y 1912 en la explanada creada frente al Teatro (plaza de la Victoria), donde se elevaron edificios imponentes. El primero, construido para la Sociedad Lloyd, lo proyectó el arquitecto de Budapest Lipót Baumhorn. Edificio esquinero, con planta baja y tres niveles con distintas funciones (cafetería y tiendas en la planta baja, la cámara agrícola y la sala de plenos de la Sociedad Lloyd en la primera planta y apartamentos de alquiler en las siguientes), el Edifico Lloyd se caracteriza en el interior por la hábil repartición de los espacios, que combinan distintas funciones, y, en el exterior, por la claridad imponentes de las tres fachadas, con un equilibrado juego de llenos y vacíos.
Pero fue László Székely, arquitecto de Timisoara, quien marcó la ciudad con su propio estilo Art Nouveau. Aunque se había formado en Budapest, era un gran admirador de la arquitectura austríaca, especialmente la de Viena. En el año 1903 fue nombrado arquitecto jefe de la ciudad, lo que lo convirtió en uno de los arquitectos locales más activos y prolíficos de la primera mitad del siglo XX. Su estilo, que se fue perfilando con los años en Timisoara y alrededores, combina con armonía los aspectos funcionales y los elementos decorativos.
Székely contribuyó de manera esencial a la configuración estilística del conjunto arquitectónico concebido en la explanada frente al Teatro, donde proyectó la mayoría de edificios, en los que combinaba la función residencial con espacios públicos en las plantas bajas. Así, la Casa Neuhausz, adosada a las otras y en la inmediata proximidad del Palacio Lloyd, se caracteriza por una fachada que respeta la simetría a partir de un eje central; el arquitecto propuso una volumetría escultórica mediante la creación de unas tribunas empotradas en los pisos. La cornisa salediza y ondulada que corona el amplio conjunto residencial de la Casa Dauerbach (1911-1912) se ha convertido en un rasgo definitorio de la plástica de las fachadas proyectadas por Székely. La Casa Dauerbach, conocida posteriormente también con el nombre de Palace, de construcción sobria pero con un gran refinamiento ornamental que se expresa tanto en la notable moldura de color gris oscuro como en la decoración de cerámica esmaltada de color azul cobalto, y la Casa Hilt, al lado de la Casa Széchenyi, cierran el conjunto de la plaza de la Victoria, con fachadas imponentes y una torre que se ha convertido en punto de referencia dentro del paisaje urbano.
Timisoara, igual que otros centros de la Monarquía austrohúngara, oscila durante la primera parte del siglo XX entre la imitación de un modelo -en este caso el del Viena, la metrópolis que por su desarrollo urbanístico y arquitectónico deslumbraba a las diferentes regiones- y el orgullo local -estimulado por un desarrollo económico y social favorable, por un auge cultural y por la confianza en el progreso. Esta combinación de tendencias dio como resultado la creación de una ciudad moderna, siguiendo los principios de desarrollo urbano más avanzados y de una adopción de la estilística periférica que reproducía directamente el ejemplo del modelo de la capital, adaptado y amplificado según las propias tradiciones culturales.