Esta exposición se propone recuperar la obra de un pintor catalán que en vida cosechó un gran éxito, pero que el inexorable paso del tiempo, y con él las diferentes generaciones historiográficas, dejaron en el olvido.
La muestra ofrece un recorrido por la obra de Antoni Fabrés i Costa (1854 - 1938), escultor y pintor, que con veintiún años y siendo alumno de la Escola Llotja de Barcelona, ganó una pensión para ir a Roma, la ciudad que entonces era el destino natural para los artistas que destacaban. Al llegar allí, un año después de la muerte de Mariano Fortuny, Fabrés se dedicó al dibujo, a la pintura y a la acuarela, tres técnicas que dominó como nadie en su época.