La ciudad de Tbilisi es la capital de Georgia, república independiente desde 1991. Georgia, un antiguo reino de remoto origen medieval, cayó bajo la dominación rusa en 1801 y mantuvo esta dependencia hasta el período soviético, en que tuvo la condición de república dentro de la Unión de Repúblicas Soviéticas. Así pues, a principios del siglo XX, en los años del Modernismo, la política estaba controlada directamente por la capital del imperio, San Petersburgo, y la influencia rusa es evidente. Aun así, la privilegiada situación de Tbilisi al lado del mar Negro y entre Europa y Asia, es decir, como ciudad-puente entre los dos continentes, favoreció la aparición de una arquitectura inspirada en el Modernismo, imagen indiscutible de internacionalismo y modernidad que, precisamente, en Georgia se denominó Estilo Moderno.
La voluntad de ser moderno determina, además, que con las nuevas formas se introduzcan nuevos materiales y nuevas técnicas constructivas, como el hierro colado y el cemento. Pero al mismo tiempo el Modernismo en Georgia incorpora muchos elementos autóctonos y no es una recuperación mimética de los modelos europeos.
El nuevo estilo tuvo gran difusión. La mayoría de construcciones son edificios de viviendas, pero también se realizaron obras de uso público, escuelas, bancos, hospitales y edificios industriales y pequeños comercios, edificios de ocio, teatros y un cine, el Cine Apolo. Por otro lado, cabe destacar la amplia difusión social que tuvieron las artes aplicadas y decorativas, el mobiliario, las piezas de forja, la pintura decorativa, etc.
El arquitecto que mejor representa el movimiento es Simon Kldiashvili, formado en Rusia, de quien se han podido documentar algunas obras. También pueden mencionarse las grandes mansiones que se hicieron construir prestigiosos industriales como David Sarajishvili, un productor de coñac, o el comerciante Alexander Chavchanidze; obras, sin embargo, cuyos autores desconocemos.
Tbilisi tiene un valioso patrimonio modernista que recientemente se ha empezado a recuperar pero del cual todavía no se ha realizado un estudio en profundidad y cuyo estado de conservación no es bueno. La explicación de este hecho reside, en primer lugar, en que había sido un patrimonio infravalorado durante el período soviético por su carácter burgués. Por otro lado, en este momento en que se cuenta con una política de protección y preservación, la nueva república ha orientado la mayor parte de sus intervenciones hacia el valiosísimo patrimonio medieval de la región.