El río Llobregat favoreció el asentamiento de poblaciones a lo largo de sus márgenes. Sant Boi se aprovechó especialmente de su ubicación ya que en el siglo XIII se levantó un puente sobre el río para comunicar Barcelona y los pueblos limítrofes con el lado de poniente de la comarca. Así pues, adoptó una función de paso que incrementó su actividad comercial. Un privilegio del que gozó hasta el siglo XVIII, cuando el paso se trasladó a otro puente construido en Molins de Rei.
La agricultura y la ganadería fueron los principales medios de subsistencia hasta que la industria textil empezó a funcionar a partir de 1917. El aumento demográfico, fruto de la prosperidad económica, comportó una ampliación urbanística que supuso un desahogo de la concentración de viviendas en torno a la parte alta de la villa: los alrededores del castillo viejo y la calle Major, zona de trazado irregular. En 1905 el ensanche se materializó según el proyecto del arquitecto municipal, Antonio Pascual Carretero, y se extendió de un modo reticular y ordenado hacia el viejo camino de Sant Climent de Llobregat.
Esta nueva área (calles Miquel, Raurich, Montseny y Pi i Margall) es donde se reúne gran parte de la arquitectura modernista en forma de viviendas unifamiliares entre medianeras (a excepción de la casa situada en la calle Major, 62). El Modernisme se aplica como un estilo formal nuevo y vistoso; sus arquitectos, conocedores del Modernisme barcelonés, desarrollan una versión más sobria y moderada para unos potentados cuya solvencia económica y cuyos deseos de ostentación distaban de los de la alta burguesía.
Por ello, el Modernisme se reduce aquí a una decoración de fachadas mediante elementos de cerámica policroma, que enmarca aberturas (puertas y ventanas) o líneas estructurales (cornisas y esquinas), así como tratamientos dinámicos de cornisas y vierteaguas. Como excepción, en Can Garrofa Joaquim Brou desplaza la policromía a los vitrales. Por otro lado, la arquitectura industrial, orientada hacia la funcionalidad y la sencillez, se hizo eco del nuevo estilo bien a través de la irregularidad en el ritmo de aberturas y cornisas quebradas, o bien gracias al uso estético del ladrillo (Can Massallera).