El Modernismo se introdujo en Mar del Plata de la mano de numerosos arquitectos europeos que desde la década de los años sesenta empezaron a trabajar en la capital y en las provincias. La temprana presencia de arquitectos como el belga Julio Dormal (que proyectó el palacio de Inés Ortiz Basualdo de Peña) o el húngaro Juan Kronfuss ayudó a difundir el gusto por un Modernismo geométrico y sencillo. La confluencia de estos arquitectos y la necesidad de construir y urbanizar Argentina tuvo como resultado la propagación del crisol estilístico de la Europa finisecular. Mar del Plata no fue ninguna excepción; se trata de una ciudad joven cuyos terrenos compró en 1860 Patricio Peralta Ramos, su mayor benefactor, que propició el desarrollo del lugar hasta el punto que al cabo de catorce años pudo registrarlo con entidad de pueblo. Pedro Luro también resultó fundamental para el perfil de la ciudad. Potenció la agricultura, los saladeros, el comercio, así como otros aspectos importantes: la llegada de la vía ferroviaria en 1886, el reconocimiento de la ciudad en 1907 y la inauguración del puerto en 1913. Durante estas décadas el lugar se consolidó como zona residencial y ofrecía un destino selecto a la alta burguesía porteña en épocas estivales. El clima, las playas y la proximidad de la capital favorecieron esta función que representó una importante fuente de ingresos.
La burguesía porteña edificó segundas residencias en forma de villas y chalés (hoy 300 de ellos están declarados Bienes de Interés Patrimonial). El paradigma del buen gusto tenía entonces Europa como modelo principal, y por tanto se reprodujeron los estilos propios de su burguesía o los historicismos con asociación simbólica significativa. Abundaron las viviendas eclécticas, clasicistas, de regionalismos hispanizantes y prodigaron especialmente los de un pintoresquismo anglonormando. El Modernismo estuvo presente, además, en su vertiente Secession, como puede apreciarse en el interior de la Villa Ortiz Basualdo (1909), que conserva un diseño integral realizado por la firma belga Serrurier Bovy. Los cafés son también contenedores habituales del estilo 1900 y todavía se conservan aquí el Café Francés y el Almacén Buenos Aires.